“Con toda su paciencia, logró que al final me gustara coser”
“La verdad es que quiero agradecer a la Profe Natividad, a quien le di mucho dolor de cabeza, porque no quería luego coser…”. ¡Uff! Mi profesora de manualidades en aquel tiempo del colegio se llamaba Anneliese, pero el resto de esa frase podría ser mi testimonio, sólo que después de varios intentos infructuosos de enseñarme cómo coser, y de romper la segunda máquina, ella me evaluó como “falta de ganas y de talento, sin remedio”. El resultado, fui eximida. Pero en la Casa Mad